Porqué escribir acerca y sobre la danza y la danza salvadoreña.
19-mayo-07
por Erick González
Me ha llegado, de nuevo, esta necesidad de querer, de alguna manera, tratar de archivar el quehacer dancístico de El Salvador. Talvez sea una manera personal de relatar lo que presencio regularmente en los espectáculos más sobresalientes de la danza teatral de este país. Por supuesto hay tanta muestra de este arte de la danza y sus ramificaciones a diario que sería un tanto difícil el percatarse y relatar de todas ellas a la vez y de manera consistente. Pero, personalmente creo que un hecho dancístico no es sólo aquel que se muestra al público en un lugar designado como escenario, sino toda aquella actividad que de una u otra manera desarrolla, plasma y difunde este arte a través de una instrucción y práctica diaria. Por supuesto esto último, aunado a la culminación y/o presentación de un producto o trabajo que refleje esa diaria labor. Considero además que son estos sucesos los que, de alguna manera, definen nuestra idiosincrasia como país y como cultura. Por otro lado, se asume que cada espectáculo o muestra presentada es el reflejo directo de este diario esfuerzo no sólo por tecnificarse, por preparar el instrumento de trabajo o por investigar y desarrollar nuevas danzas, sino también por crear y desarrollar un arte dancístico propio de El Salvador. Pero eso es que la gran mayoría de la audiencia asume. Sin embargo, la mitad de esto o menos es verdad, ya que la mayoría de los asiduos y asiduas parecen gustar de la danza del tipo ‘conecta y juega’. Nada de terrible en ello si estos y estas practicantes desarrollan sus habilidades dancísticas en algún lugar que posea buena reputación al respecto. Osea que es aceptable llegar y bailar siempre y cuando estos y estas estén propiamente entrenados, sea cual sea la rama de la danza a la que se dediquen.
Considero que ya pasó el tiempo cuando los grandes sucesos se transmitían oralmente a través de los años y generaciones. Aunque es preciso mencionar que en algunas partes recónditas del planeta aun queden sociedades donde este traspaso oral es la práctica diaria. Sin embargo, me estoy refiriendo a nuestro país donde las ruinas precolombinas son el único vestigio real de ese pasado ya tan amargamente remoto. Me llena de incertidumbre pensar por que aun con nuestra actualidad tecnológica algunos se aferran a esa tan arcaica práctica del ‘ven y baila’. Nada erróneo en ello, siempre y cuando esto sea solo como medio de relajación. Pero bien esta nota talvez sea sólo el comienzo de muchas otras y más profundas acerca de tan apetitoso tema…
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